La caída del precio de la vivienda ha sido una realidad desde que en 2008 estallara la crisis económica, una tendencia que desde 2014 ha comenzado a revertirse hasta alcanzar en 2015 la consolidación del ciclo de recuperación con repuntes moderados.
Tanto la venta como la compra de casas (principalmente de segunda mano, ya que ha habido ausencia de nueva oferta con la explosión de la burbuja inmobiliaria) se incrementaron hasta noviembre de ese año un 10,9% en tasa interanual, según datos del Consejo General de Notariado. Un aumento que se dio en todas las comunidades autónomas, excepto Navarra, y que superó el umbral de las 400.000 unidades en 12 meses móviles, primera vez desde 2010.
Por su parte, la crecida de los precios fue más tímida y desigual. Hubo una subida interanual del 4,5%, aunque las tasas trimestrales se desaceleraron hasta 0,7% frente al 4,3% en el segundo trimestre de 2015, según los datos por estacionalidad del Instituto Nacional de Estadística (INE), y se concentró en grandes ciudades y ubicaciones Premium.
En cuanto a 2016, la compraventa ha continuado la escala ascendente, gracias a la mejora de la economía española y del empleo, la reducción de los costes de financiación, la rentabilidad frente a inversiones alternativas y la elección de la compra de propiedad como tendencia frente al alquiler. Todo ello deriva en una demanda de vivienda de 420.000 unidades, lo que supone un crecimiento del 6,5% frente a 2015.
Aumento que va a continuar en 2017 debido a unas condiciones favorables para el mercado inmobiliario que contarán con una demanda total de vivienda (concentrada en la usada en más del 85%) que se espera que repunte hasta 450.000 unidades.
Las ventas de hogares nuevos, a medida que las casas que comenzaron a construirse en el segundo semestre de 2015 salgan al mercado, podrían superar tasas superiores al 15%, lo que se traduciría en ventas de 60 o 70.000 unidades anuales, una cifra inferior a la demanda de 70 u 80.000 unidades.
Todo ello acompañado de la normalización de las ratios de esfuerzo financiero, la reducción del stock y la ausencia de oferta, los primeros aumentos en el precio del suelo y los repuntes en las grandes ciudades y áreas turísticas Premium (aunque no se limita solo a estas zonas) por demanda extranjera.
En consecuencia, el crecimiento del precio de la vivienda va a ser constante, como en los años anteriores, y desigual, en función de la localización de la que se hable. Aun así, la media repuntará de forma gradual con incrementos en el rango del 3 y del 5%, llegándose a niveles similares a los de 2004, pero no a la recuperación de los máximos de antes de la crisis.