He trabajado duro estos dos últimos años, y la verdad es que el número de comunidades ha aumentado en un 30 por ciento. Esto supone al menos el idéntico porcentaje de juntas generales y mismo porcentaje de preparación de balances anuales de cuentas.

Sin embargo, todo esto no he conseguido verlo reflejado en la facturación del despacho, tan solo he podido aumentar entre un 10 y 15 por ciento.Lo cierto es que ahora no me supone un grave problema, ya que de momento Marta y yo podemos sostener la carga de trabajo, pero lo que me produce una incómoda inquietud es pensar que si aumento algo más la cartera, tendré que contratar a otra persona.

No puedo cargar a Marta con más comunidades de propietarios – había pensado demasiada veces en el último mes.Trabajar, trabajar y trabajar, pero no conseguía reflejarlo en mi cuenta de resultados. Me había ajustado tanto en los honorarios para captar inmuebles, que muchas veces me preguntaba si había valido la pena.

¿Por qué regla científica se supone que tengo que cobrar menos en una finca o residencial con muchos propietarios que en una con pocos?- esta pregunta era más que reiterada en mis profundas reflexiones.

El tiempo que me ocupaba una comunidad pequeña, en la que tan solo celebraba una junta anual y gestionaba de cuatro a seis incidencias, no tenía en absoluto nada que ver con una grande, en la que la carga de trabajo es continua y desmesurada.

El número de propietarios, y eso sí es una realidad aritmética, se multiplicaba por diez o veinte de unas a otras, pero el consumo de esfuerzo y tiempo dedicado entre grandes y pequeñas comunidades llegaba a multiplicarse por treinta o cuarenta.

Si esto era así, ¿por qué el precio de mis honorarios por propietario era inferior en una comunidad grande?.

Esta equivocada política de precios me había llevado a un círculo del que no podía aguantar mucho más tiempo. Delante de Marta jamás hacía ningún comentario en este sentido, ya que lo último que le hacía falta era escuchar que todo el esfuerzo no iba a suponer una mejora para el despacho.

Necesito subir mis honorarios a menos que quiera seguir aumentando mis horas de trabajo, hecho al que no pensaba conformarme.Poco a poco, y con el cambio de año iría aumentado mis precios, y para las nuevas comunidades también incrementaría el importe por propietario.

¿Cómo se comportarían mis clientes? Me constaba que en algunas de las comunidades había sido mi bajo precio la clave para mi elección pero ahora, que pasaría.

Un precio justo no era elección, así que saqué de nuevo mi trozo de papel con los objetivos que quería conseguir. Volví a leer cada uno de ellos y al llegar al último y leer “propietario”, me di cuenta nuevamente que la clave estaba en ofrecer algo al cliente diferenciador, en el que el precio de mis honorarios no fuera relevante.

Si consiguiese ofrecerles algo realmente único y preciado para ellos, esos céntimos extras no tendrían importancia, pero sin embargo, supondrían un claro respiro en mis beneficios.

Tendría que pensar en cómo.