Desde hace años las mujeres llevan años luchando para ser reconocidas en el entorno laboral en profesiones que tradicionalmente se han asociado más al género masculino. Desde los oficios más cualificados como ingenierías o aquellos propios del sector de la tecnología. Y lo mismo sucede con la administración de fincas. Antiguamente se antojaba raro ver a una mujer a cargo de un bloque de viviendas, gestionando averías, reformas, revisiones, etc. Pero poco a poco la situación ha ido cambiando para dejar paso a mujeres profesionales. Concretamente en Murcia, hay 143 mujeres colegiadas en el Colegio de Administradores de Fincas de la región y Berta Notario es una de ellas. La administradora asegura que el número de empleadas en el sector ha crecido considerablemente desde que comenzó en la profesión hace 16 años.
Notario se licenció en Derecho en la Universitat de València y reside actualmente en Lorca, donde es propietaria de una pyme dedicada a la administración de fincas, además de pertenecer a la junta de gobierno del Colegio, a través del que trata de empoderar a sus compañeras y a motivarles para que sigan formándose y progresando en su profesión.
¿Cómo llegaste al mundo de la administración de fincas?
Cuando me trasladé a Lorca a vivir empecé a trabajar como comercial de una empresa de telecomunicaciones. Tenía que hacer reuniones con las comunidades de propietarios para que autorizaran la instalación y tuve que contactar con varios administradores de fincas para que me dejaran intervenir en la junta. A uno de ellos le gustó mi trabajo y empecé a trabajar para él. Poco a poco empecé a ir a las reuniones con el administrador y me encargaba de prepararlas, redactar el acta, hacer las gestiones aprobadas, etc. Y acabé haciendo yo las reuniones. Ahora tengo una pyme propia que me permite conciliar mi trabajo con mi vida. No nos saturamos e intentamos dar un servicio de calidad. Yo hago todas las juntas y me lo tomo como el examen final del trabajo de un año.
¿Qué te atrajo de la profesión?
Sin duda la gran labor social que se realiza. No en vano nos ocupamos de que los propietarios puedan vivir y convivir en condiciones. Pero es que, además, la versatilidad de materias que tienes que dominar la hace más apasionante todavía.
¿Cómo ha sido la incorporación de las nuevas tecnologías en el trabajo diario a través de programas y de aplicaciones recientes como Fynkus para ayudaros a ahorrar tiempo?
La tecnología se ha ido introduciendo paulatinamente y no se hizo duro en ningún momento. Ahora funcionamos a base de programas específicos para manejar los datos de los vecinos y nos comunicamos por correo electrónico o mensajería de móvil. Aunque yo no he perdido de vista el uso de la libreta para tomar notas en las juntas, apuntar morosos, anotar facturas, etc., así como la tradicional llamada telefónica, que hace el trato mucho más personal.
¿Cómo era ese mundo para una mujer entonces y en comparación con ahora en Murcia?
La profesión de administrador de fincas siempre ha sido predominantemente de hombres y esto hace que la gente esté acostumbrada a ver a uno de ellos en las juntas, por prejuicios. Esto es un hecho que cuesta cambiar, pero nuestra labor es la de inculcar que en la administración de fincas no importa el sexo sino la cualificación de la persona y su profesionalidad. Sirva como anécdota la cara que se les queda a algunos cuando ven que entiendes del funcionamiento del grupo de presión de agua, de los cojinetes de la puerta, de baja tensión, de reglamentos, de subvenciones, etc. Es para grabarlo. Las administradoras de fincas están igual de preparadas y cualificadas que los administradores y tienen las cualidades propias de su sexo, que hay que saber aprovechar, como su capacidad mediadora y conciliadora.
¿Cuál es la experiencia más dura y la más gratificante que has vivido en estos años de experiencia?
Sin ninguna duda cumple los dos calificativos la gestión de la rehabilitación de los edificios de la ciudad de Lorca tras el terremoto del 11 de mayo de 2011. Este acontecimiento cambió mi vida y mi forma de ver la profesión, porque fui capaz de afrontarlo y de superarlo con creces y dio a conocer mi potencial humano y profesional. Debo añadir que el agradecimiento de la mayoría de los propietarios por mi trabajo fue una de las satisfacciones más grandes. Y el que se hiciera patente la necesidad de que la gestión de los edificios la lleve un administrador de fincas cualificado.
¿Y alguno del día a día?
La más dura, ver cómo a un compañero le da igual ponerte a la altura del betún delante de los propietarios. La más gratificante, que una comunidad vuelva a buscarte y se disculpe por haberte echado sin razón ninguna.
¿De qué manera trabajáis en Murcia por la visibilidad y la valoración de la administradora de fincas?
Estamos a años luz de otros colegios y, aunque se está haciendo mucho por la formación de los colegiados y por revalorizar la figura del administrador de fincas colegiado, no se ha hecho especial hincapié en la figura de la mujer. No obstante, en el Colegio de Administradores de Fincas de Murcia hay proyectos en marcha para fomentar el contacto y la colaboración entre administradoras de fincas, ya que se van a hacer charlas por localidades en grupos pequeños, relacionadas con la conciliación familiar/laboral, la formación específica, etc.
¿Y particularmente desde tu cuenta?
Como parte de la junta de gobierno del Colegio de Administradores de Fincas de Murcia, en el que, por cierto, de 17 miembros, solo tres somos mujeres, imparto charlas de formación sobre instalaciones en las comunidades y animo a las compañeras que están empezando en contabilidad o archivos a que no dejen de formarse y de superarse.