Juanjo Bueno es periodista especializado en el sector inmobiliario y autor del blog Historias de una escalera, del periódico El Mundo. Actualmente se encuentra a cargo de la comunicación del Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid). En su blog plantea los problemas cotidianos más someros que suceden en la comunidad de vecinos ficticia «La Colmena», en el barrio madrileño de Las Tablas. Hemos hablado con él para conocer de primera mano su trabajo y tratar algunas cuestiones importantes sobre el sector.
-¿A quiénes agradeces la buena acogida de este blog?
A los periodistas Luis Martín de Ciria y Jorge Salido, de Su Vivienda-El Mundo, al ilustrador Luis Parejo, y Apolonio Dorado, vicepresidente del Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid), a quienes les agradezco enormemente la colaboración en este blog.
-¿Cómo se te ocurre Historias de una escalera?
Siempre había querido contar, en clave de humor y en ocasiones de manera hiperbólica, qué historias pueden transcurrir en una comunidad de propietarios en las que pueden no participan directamente todos los vecinos, pero cuyas decisiones sí les afectará. El diario El Mundo me dio la oportunidad de trasladar al lector los problemas que pueden surgir en una comunidad ficticia de Madrid y plantear las posibles soluciones, a través del asesoramiento del Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid).
-¿Todas las historias que cuentas en tu bitácora son ficticias o tienen parte de realidad?
Son ficticias con un trasfondo real; aunque tienen un desarrollo que no se asemeja a la situación real, sí parten de una cuestión conflictiva y que plantea no pocos problemas en una comunidad de propietarios.
-¿Qué es para ti una comunidad de vecinos?
Es un pequeño gobierno en el que caben todas las posturas; un microcosmos que reproduce de alguna manera estructuras sociales en torno a una democracia participativa. El 85% de la población española vive en una comunidad, con lo cual muchas veces se convierte en el mejor escenario posible para hacer de la realidad un teatro.
-¿Qué papel desempeña para ti el administrador de fincas en la comunidad?
Aunque para muchos vecinos es el gran desconocido, el administrador es un profesional indispensable en cualquier finca. De su gestión no sólo depende el buen funcionamiento de la misma, sino también la conservación del edificio y, en consecuencia, de las viviendas, el bien más preciado que tenemos hoy en día.
-¿Y el presidente?
Es aquel propietario que cumple con más pena que gloria su obligación de ejercer el cargo, pero que en cuanto puede se escaquea. Es decir, asume su nombramiento porque sabe que es obligatorio pero normalmente acaba delegando sus funciones en otro propietario, con menos obligaciones pero más tiempo libre.
-Como representante del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid, ¿cuáles son los conflictos vecinales que más se repiten?
Los conflictos que más se suceden son los propios de la convivencia. Desafortunadamente cuando compramos o alquilamos un piso no indagamos quiénes van a ser nuestros vecinos. Consecuencia de ello son comunes los problemas relacionados con la morosidad, especialmente causada por aquellos propietarios que aunque pueden, no pagan, así como los ruidos y las humedades.
-¿Cuál ha sido la situación más surrealista con la que te has encontrado en tu trayectoria?
Como profesional ninguna, pero recuerdo la historia que me contó un administrador de fincas que transcurre en un edificio céntrico señorial de Madrid. Uno de los ocho pisos de esta comunidad había sido vendido a una “madame”. Un situación que causó no poco revuelo, celebrándose una junta para debatir este “incómodo” problema e instar al procedimiento de privación del uso de la vivienda por considerarse una actividad molesta. Convocada la junta, acude una señora de buena presencia, que se sienta al final. A la reunión solo asisten cinco propietarios, todos ellos hombres.
Se inicia la reunión, mostrando todos los presentes su indignación, a excepción de la señora que se levanta y pide la palabra: “Soy la propietaria del 1º dcha., sé que la actividad de este piso está creando un conflicto en la comunidad, por lo que no me gustaría que se generara mal ambiente entre los vecinos. Efectivamente, en mi vivienda viven algunas señoritas, de elevada educación y discretas que reciben a sus amigos. Personas que tienen solvencia y buena posición social”. “En estos meses de actividad, no se ha generado ningún problema en la comunidad, pero como deseo permanecer en esta zona les ofrezco hacerme cargo de todos los gastos de la finca”, señaló.
Pronto, surge un pequeño revuelo entre los asistentes, y uno de los propietarios acusa de chantaje a la “madame”. Sin embargo, para su sorpresa, que esperaba recabar el apoyo de sus vecinos, éstos le piden que se calle. Más vale pájaro en mano.
-¿Cómo ves el problema de la morosidad en España? ¿Crees que descenderá a medio plazo con la nueva normativa?
Sin lugar a dudas, los cambios de la última reforma de la Ley de Propiedad Horizontal han servido para atajar la morosidad en las comunidades. Pero no es suficiente. Por eso desde el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas de España (CGCAFE) se propone que la reclamación judicial por deudas comunitarias se pueda realizar hasta un total de cinco años, de forma que el plazo de reclamación quede establecido y se extienda a la parte vencida de la anualidad en curso y los cuatro años anteriores.
También se pide que el certificado de deudas no sólo se limite a la deuda líquida, vencida y exigible, sino que se amplíe a las cuotas ya aprobadas en Juntas de Propietarios y que consten en acta, aunque no fueran todavía, en el momento de su solicitud del pago de la deuda, vencidas y exigibles.
-¿Qué soluciones propondrías tú para terminar con este problema?
Coincido con el CGCAFE que una medida disuasoria sería la privación temporal del uso de servicios o instalaciones no necesarias para la habitabilidad de los inmuebles, como son las zonas deportivas o las salas comunitarias.