Cada día son más los vecinos que deciden apostar por el cuidado del medio ambiente, el deporte y/o la comodidad para desempolvar la bicicleta y lanzarse a pedalear por su ciudad. Sin embargo, los impedimentos a los que deben enfrentarse son más de los que cabría esperar: robos, dificultades a la hora de aparcar o problemas con los vecinos por las molestias que puede generar este medio de transporte. Así, el colectivo valenciano Bicicletas Durmientes ha llevado a cabo dos estudios en unos de los barrios más saturados de la ciudad de Valencia: Benimaclet y Russafa.
Aunque la iniciativa del Ayuntamiento de Valencia de potenciar el uso de la bicicleta ha sido tanto aplaudida como criticada por medios, políticos y ciudadanos,una cosa está clara: si no se favorece la seguridad para dicho transporte y se facilita su compatibilidad con la vivienda será muy complicado que más ciudadanos apoyen este tipo de iniciativas.
Los estudios llevados a cabo por Bicicletas Durmientes se han desarrollado desde la perspectiva de Investigación Acción Participación (AIP), es decir, han sido los mismos vecinos -conformados por perfiles muy variados y contrarios- quienes han estudiado la situación, han presentado sus argumentos y han comentado posibles soluciones. Ambas zonas coinciden en el abuso de la vía pública donde a la problemática del transporte, se suman las terrazas de bares y restaurante, fenómeno característico de Russafa. A ello hay que añadirle el reducido número de aparcamiento, tanto para bicicletas como para vehículos, ya que no se ha de olvidar que la principal ventaja de la bicicleta es la cercanía que se puede alcanzar con ella, a veces imposible desde el coche.
Desde la Comisión de Seguimiento Vecinal de Russafa, su portavoz Rosalía Aguilar crítica que se trata de un barrio “ahogado por el excesivo número de terrazas, y que el espacio público de los peatones y viandantes está más que recortado”. La Comisión de Seguimiento Vecinal propone soluciones como los aparcamientos dispersos en diferentes puntos del barrio, las pequeñas jaulas -las cuales se podrían colocar en puntos ciegos, es decir, en aquellos callejones o esquinas con poca visibilidad- o la creación de parkings públicos o privados para estos usuarios.
Esta última propuesta es una de las que más conflicto crea dentro de las comunidades de vecinos ya que enfrenta a aquellos que se denominan probicis frente a aquellos que son asiduos del coche, amabas comisiones sostienen que buscar el consenso entre estas dos posturas es una tarea muy complicada. Aguilar explica que se ha de tener en cuenta las posturas de todos los vecinos y reitera que la colaboración de la administración es clave para que este tipo de proyectos salgan adelante.